martes, abril 25, 2006

Sumario


Cartier-Bresson, Nueva York, Bowery,1947



-¿Por qué tás aquí güero?-

- Crimen de amor –

- Yo maté a mi “gorda”– dijo el viejo,

- Algo parecido – contestó el “güero”

- Y tónces me suidicé – susurro el viejo, en una voluta de humo.

- Yo soy cobarde, ¿me matas tú? –

- No, muérete ahora y que te entierren cuando te vayas deveras– la voluta de humo se disipaba.


Se acusa al indiciado de los siguientes cargos:


Mirar el sol.


¡Culpable!


¿Qué contesta?


Sí, miré el sol, hasta que se convirtió en una mancha negra en mis pupilas. Me di cuenta de que el dios sol, Ra, Huitzilopochtli, no es tan grande como dicen, mis ojos lo ennegrecen y me quedé echado en la hierba, esperando la luna.

Cargo de mala elección.

¡Culpable!

¿Qué dice ante tal afrenta?

¡Ajá! Estando en un campo de violetas, me enamoré de una orquídea, la única, tan sola, tan extraña, tan mía, tan lejana. Dicen que debí, como todos, tomar una violeta. Pero amaba a la orquídea desde antes. Y el amor es como el perro viejo: no aprende nuevos trucos.

Incitación al Motín.

¡Culpable!

¿Qué menciona en su causa?

¡Motín, bombín, arlequín, un rubí; para cada jurado!, les digo aquí, alguna vez grité, ¡Poesía o muerte!, también, clamé, en una reunión con empresarios, “Vita litera sin morte est”*, en otra ocasión, mencioné que cuchillo y mantequilla no riman, ni entran en las vidas. El Elefante me atacó. No le di importancia era rosa y cobarde. Y vale decir, algo estúpido. Ahora este paquidermo le lleva serenata a insulsos públicos, ebrios, alegres y felices en automático, que repiten rimas desastrosas, sin sentido, fofas. Seguro. Todos somos poetas. Enagua rima con agua, ¿me hacen una canción? En la que no tenga que bajarme mis propias enaguas por favor.


Asesinato en primer grado.


¡Culpable!


Los presentes esperamos su alegato.


¡Grados! Dígame señoría, ¿quiere Celsius, Fahrenheit, Kelvin o euclidianos?

Un día platicando, tomando el té, con allegados, amigos míos, El Sombrerero Loco, Malicia, por cierto, la hermana guapa de la vieja Alicia y el Alegato, ¡oh! Perdón quise decir el Gato, en fin, acaricié la idea de matar a la bestia pop, con un poema indecente, algo corriente, el fuego se ataca con fuego, perro come perro, la bestia gruñó, una garra, dejó marca, miren mi brazo. Creo que lo he logrado, le corté una cabeza, aquí está, le pueden mirar, no es Medusa, es de esa bestia difusa, de cuya aparente muerte me acusan. Entre la niebla, los últimos poetas guerreros se asoman, claman venganza, les advierto, estoy en primera fila, no soy un gran caballero, soy el escudero, pero les veré ahí, en un descampado, entre los largos tallos de trigo dorado. Y correré de frente, descalzo, sin morrión, ni pechera, con cicatrices, cabello largo, sangre seca en las muñecas, rostro coloreado, de azul y en ese azul, brillante, real, ¡real!, beberemos, moriremos y seremos, ahora sí, juzgados.


Perversión de menores.


¡Culpable!


¿Tiene algo que decir en su defensa?


Señoría, los críos, no son como usted; frío, ellos son como los ríos, ¡sí!, son riachuelos, chimuelos, frescos, valientes, prestos, no son puros, falsa ilusión, como nosotros tienen defectos, algunos, incluso, son torvos, tontos, estorbos, pero ¡niños!, sonrisa franca, no vana, sin premura, sería fácil, decir, como pregonero, o ropavejero, ¡son seres sin mancha! No, la telenovela acaba, a las ocho treinta. Continúo y digo, ¿por qué no tener manchas?, ellos, yo, queremos muchas, de fango, de polvo de papalotes y cometas, de estrellas, galaxias, planetas, genéticas. Les gustan nuestros bigotes, pero de chocolate, fresa, zarzamora, frambuesa, grosella, vainilla pero para nada los de miseria, a ese sabor, le arrugan la nariz y hacen muecas, sí, también disfrutan los trajes, buenos ternos, de vaquero, payaso, mimo, ratón, gusano, cura, policía, político y perdón, pero siendo fiel a sus testimonios; de abogado. Dicen que como el anterior, soy mentiroso, pero ellos me contaron que se puede viajar a velocidad luz, que el tiempo no se curva, ni acaba, ni avanza, que una rama es una espada, un tronco una barca, las tuercas son monedas, escupir en la mano amiga, es un juramento que no se olvida, cerrar los dedos y ponerlos varias veces en otra palma, paga una deuda, golpear un hombro y decir lo siento, sana la peor afrenta, nos advierten que algo se pierde, cuando se crece. Ahora, salimos, por la noche, vestidos de apache, pensamos que esa cosa que se pierde cuando se crece es la cabellera.

Queremos las suyas.


Ausencia.


¡Culpable!


Esperamos su discurso


Ausencia, sin clemencia, demencia, pero nadie piensa, en un chico solo, espartanamente crecido, y me hablan de amor, fragor, dolor, ardor, disciplina, hambrienta y cansina, esas señores míos, eran mis presencias, deseado hubiera, que fueran mis ausencias, mi mente, es un dejo constante de extrañeza, una familia armoniosa, caricias raras, gestos inusitados, son como bestias imposibles, extintas, dragones, trilobites, unicornios, de la convivencia sólo conozco la espada, pocas veces la almohada, madre, padre, sangre, nada, la academia espartana, ahora me rechazan, mis hermanos, son reyes, príncipes y princesas, les sigue una corte, pero yo sin saberlo, me quedé allá, donde los campos se hacen humo, los molinos se queman, las estatuas se desgajan en pedazos, pétreos, deformes, ya no artísticos, ni humanos, como dije, mi parentela, cual pantera, me mira, excéntrico, meditabundo, orgulloso, tontamente soberbio, loco, sí, suyo, pero más propio, mío. Desean los siga, en la corte, en sus desfiles y agasajos, no puedo, sigo pensando, en la guerra, la fábrica, la zanja, en gente dura y buena, en los campos humeantes, mis nudillos y palmas sangrantes, la mugre y el sudor, la faena, los parias de la Tierra. No esperen que vuelva, me he ido, encontré un camino, no les aconsejo vengan, hay cráneos viejos, tripas, monstruos, maleficios, es mi mundo, en apariencia malsano, yo sólo espero seguir peleando, limpiando, meditando, la vida en el castillo, es de hastío, no es de amor, es un amorío, vacío, además, está ese cementerio, del que nadie habla, donde se enterraron, la coherencia, dignidad, la posibilidad de entendimiento y belleza, como dije, no me agrada el castillo, cuando voy, espero ir al cementerio y exhumar a los enterrados vivos, eso, a la corte, a los reyes, príncipes y princesas les molesta, nadie desea ver a los pecados, medio muertos, medio vivos, correr traviesos por sus lozas y piezas. ¡Ea! Ensillen me jamelgo, la espada herrumbrosa y el escudo cuarteado, me esperan en la puerta, hermanos, hermanas, madre, padre, mi sangre, les veré en Elysium.

jack Fante.


No hay comentarios.: