lunes, enero 23, 2006

Su hijo pequeño tenía seis años, e intentó tirarse por una ventana.


Madrid, España, 1933, Henri Cartier-Bresson, Magnum Photos.

¡No papi!


¡PLAF!


¿Por qué no?


Tu madre se lo ganó.


Mira que preparar pollo en lugar de carne.


¡No papi! por favor, rezaré por ti a mi angelito de la guarda.


No frente al niño hombre.


¡Me importa un comino mujer! Además así también se va haciendo hombrecito.


Justo como su papá.


¡PLAF! ¡PLAF! ¡PLAF! ¡PLAF! ¡PLAF!


Otro día.

En la noche, mamá tranquilamente dobla la ropa,

el niño ayuda,

¡¿Qué estás haciendo enano?!

-Doblar ropa- contesta el niño aparentando concentración y ahínco,

mientras desdobla y arruga una camiseta,

-¿a eso llamas doblar?- cuando no hay nada por dar, hay seres que envuelven dulces con su tono,

-ahora verás lo que es doblar ropa-

mamá comienza a perseguir al niño alrededor de la cama.

Le da alcance y comienzan las cosquillas, él ríe, ríe, ríe.

Grita, -no mami, no mami me voy a hacer pipí, nooooojajajano-


Un portazo.


Mamá y el niño interrumpen bruscamente su juego,

se miran uno al otro, mamá da un beso y un abrazo al pequeño,

vuelven a mirarse, hay miedo en la cara del niño, mamá se muerde el labio.


-¡Ya llegué mujer!-

-¡Ah! aquí están, ¿qué haceeeenn?- papá arrastra la voz,

y arrastrar la voz es preámbulo de algo peor,

-venga para acá mi chiquito-


el niño no se quiere acercar, pero mamá lo empuja discretamente,


papá arrastra la voz y viene algo peor,


un abrazo y la voz tan cerca de la cara del niño,


-¿qué hiciste el día de hoy?-, la peste del aliento a alcohol invade el infantil olfato,

su aliento, mezclado con el olor a cigarro y su colonia, no es un olor, es un mensaje del Hades.


-Fui a la escuela papi, vi a Ruy el pequeño Cid y ayude a mamá a doblar la ropa-


-¿Cómo que te ponen a doblar ropa?-


Papá arrastra la voz, te abraza con el aliento del miedo y viene algo peor.


-¿Cómo pones al niño a doblar ropa, vieja loca?-

-¿Quieres que se vuelva marica?- Ni más ni menos el ojo del ogro.

-No, yo pensé, estábamos jugando-

-¿Jugando?, te voy a enseñar a jugar, ¡pendeja ignorante!-

-Sal de aquí mi niño- extraña voz en calma, prepara su mente y cuerpo, rutina,

antes de que unas manos que deberían ser muñones la arrojen de un empujón a la cama.


El niño corre por las escaleras a la salida de aquella extraña habitación.


Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez escalones. Fin de la escala.

Se detiene. Espanto sin lengua.


Su hermana pequeña se acerca, tiene cuatro años,

arrancada del sueño por la última parte de lo peor.

Comienza a llorar,

el niño le toma la mano y pone la otra en la boca de la niña,

llora en silencio, mientras reposa la cabeza en la pared,


Contempla, el mundo ardiendo.


¡PLAF! ¡PLAF! ¡PLAF! ¡PLAF! ¡PLAF!


papá escupe la cara de mamá, montado sobre ella,

igual que cuando juegan con él al caballito y en la misma cama,

la voz de papá es incomprensible, mamá llora y grita, no puede zafarse.


¡PLAF! ¡PLAF! ¡PLAF! ¡PLAF! ¡PLAF!


Más tarde, esa noche.

-A dormir enano, mañana será otro día- dice mamá

-¿de verdad será otro día mami?-pregunta el pequeño.

Mamá se recuesta al lado del niño,

acerca su cara a los avellanados ojos, iguales a los de ella.

-Sí, para ti y para mí-, dice mientras unos dedillos suaves recorren los hematomas.

Y el labio partido, -¿te duele mami?-

-Más por dentro- susurra la mujer y susurrando un beso de buenas noches.

-No mami, no, no cierres la ventana, ¿por donde voy a escapar?-

Mamá deja la ventana abierta, sin esperanza de originalidad, el viento juega con su cabello, el farol de la calle alumbra sus heridas, una lágrima cae por su rostro, hasta el labio donde la sal hace que la carne viva arda.


La ira es roja y mamá es azul,


mano que acaricia y se convierte en puño y mamá es azul,


boca mentirosa; recitó a Neruda, ahora humilla y mancha y mamá es azul,


sonrisa convertida en una ahogada carcajada alcohólica y mamá es azul,


estúpido, mal habido orgullo herido, buscando alguien para pagar y mamá es azul,


amor transfigurado en celo espurio e innecesario, ahora hiere con la duda y mamá es azul,


cambiar al mundo, tú y tú podrida generación del 68, no cambiaron nada pero mamá es azul,


ahora olvidas y yo también, para vivir, pero hay algo que nos lo recuerda, mamá es azul.


La ausencia de guerra de facto, no es, de ninguna manera, suficiente. Van estas líneas a todos aquellos niños y mujeres que sufren el infierno detrás de la puerta de casa cada día.


jack Fante.


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