martes, noviembre 08, 2005

Azul pastel


Foto: Cortesía, "Fer", Compañía de Danza Ardentia.

Sus oscuros ojos vibraron, -Nunca me has escrito nada- masculló entre enojada y triste, como si esta monserga de poner letras en hojas fuera como ir y tirarse una mierda, contesté en mi cabeza (bueno pensándolo bien a veces si es así, pero no siempre) no contesté y tampoco traté de tocarla, sólo puse mi frente en sus labios, siguió hablando por varios minutos mientras recorríamos la tienda, -“Llegó la hora de poner el piloto automático”- pensé, ese momento en el que prudentemente cierras la boca y parece que escuchas, área de venta de aparatos electrónicos, cámaras de video en exhibición, donde, mientras ella continuaba con su discurso, yo me miré he hice bufonadas, pasé mi brazo por encima de su hombro y le dije -que bonitos nos vemos en televisión- su boca siguió mis palabras, depredándolas -¿me estás escuchando maldito loco?- contestó muy correcta,

-jack, ¿cuándo?, ¿cuando carajos vas a tomar algo en serio?-preguntó al punto de la exasperación,

-Tomó muchas cosas en serio...bueno amor no muchas, pero si te refieres a este momento, definitivamente estoy atendiendo a cada palabra- miraba su blusa y su rostro alternadamente, por lo que ella sabía; yo seguía escuchando, no era así, pensaba en la ocasión cuando uso aquella blusa por primera vez y la primorosa sonrisa con la que recibió mi comentario acerca de ella, “el vino entra en la boca y el amor entra en los ojos”, cosa siniestramente cierta; me parece, había algo que absolutamente adoraba de mí, aunque nunca lo mencionaba, la memoria de su apariencia, cualquier pequeño cambio de accesorios, prendas, zapatos, ropa interior, perfume, color de labial, sombras para ojos, corte o color de cabello era registrado en mi dislocada mente, portento maravilloso si ustedes me conocieran, -Te ves bien hoy y no te he escrito nada porque contigo lo he vivido– comenté para acabar con la imparable verborrea, volvió a sonreír,

-Hijo de puta, un día me vas a escuchar y entonces va a ser demasiado tarde- efectivamente un día lo fue, admiro intensamente la intuición femenina, casi nunca se equivocan , pitonisas, el tercer ojo, todos esos poderes, ¡eh, mujer ! grité, mientras ella miraba una vaporosa blusa azul pastel,

-“¿crees que esto es algo de lo que una persona sensata puede ufanarse?”- me gusta escribir no lo niego, de hecho es la única maldita cosa que no me pone a cavilar sobre la pertinencia de hacerlo, es decir, ¡me parece útil!, aunque ustedes y yo sabemos que aún esto es una jotería, por dos razones, la primera, no hay mucho más que decir no dicho ya, pero en momentos como este del espectáculo sin fin y la moda de la estupidez y la ignorancia, cualquier hijo de vecino viene y nos toma el pelo a todos presentando como original una cosa que definitivamente no lo es y bueno así están las cosas, algún día también yo les tomaré el pelo, la segunda son motivos personales, innegable falta de: talento, disciplina y sensibilidad, así como ese toque de erudición, clase y buenos contactos,

-¿Cómo ves está bonita no?- -¿Eh?, oh sí, déjame ver el corte, sí aja, esta perfecta- un detalle les digo, ni dopado hubiera mencionado que tenía en casa dieciséis blusas del mismo tono y no lo mencioné por falta de valor o memoria, los idiotas ven televisión, la gente se mata por un maldito dios y si ella dice: necesito una jodida blusa azul pastel más, es porque en efecto es necesaria y.

No se hacen preguntas ni se recurre a la lógica y mucho menos al discurso del innecesario materialismo, ni la consabida idea del regreso apergaminado y caduco del mundo hippie, no funcionarán las alusiones a pensar en la conveniencia de ahorrar y mirar al futuro, tampoco se tratará de convencerle de que es irracional tener tantas blusas iguales o en casos de extravagante necedad recurrir al expediente de “los niños en Bagdad están muriendo y nosotros aquí alimentando a los que permiten, fomentan y financian esa mierda”, la realidad es profundamente histérica, todo esta patas arriba, por lo que a mí respecta entrecierro los ojos y me repito “el vino entra en la boca y el amor entra en los ojos”, meto las manos a los bolsillos y camino lento, observando, pienso despreocupadamente en lo feliz que va a ser esa fémina de lucir su décimo séptima blusa azul pastel por la calle entre los vendedores ambulantes, policías, perros y gatos algunos vivos, otros destripados, moscas, miradas envidiosas de otras mujeres y deseosas de los hombres, entre taxis, prostitutas, mendigos, políticos analfabetos, niños de la calle, sol inclemente, asfalto ígneo, asesinos de Tepito, ve, ve, ¡ve mujer!, estréllanos en la cara un poco de tu azul pastel y espérame donde siempre, una calle del centro de la ciudad, espérame o encuéntrame, mientras te digo al oído un poema vulgar, corto y grosero, en un tono que conoces, recuerda mi manera de hablar, como la bandera rusa, una voz torcida como la hoz y dura como el martillo, un susurro jadeante y desesperado,

-Linda blusa, antes de que nos maten las bombas te voy a coger hasta que mueras-.

jack Fante.

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