Mambrú o como se
llame se fue a la guerra,
un día,
vistióse con la
hermosa casaca roja,
doce grandes
botones de oro,
ajustaban la
prenda a su pecho,
pantalones de
lana azul,
camisa de seda
blanca,
Henri, Cartier-Bresson, FRANCE. Marseille. The Allée du Prado. 1932
puños encajados,
cabeza gallarda,
con boina coronada,
el sable de
hierro,
forjado en
Toledo,
botas de cuero de
ñu,
una lanza hecha
con el cuerno del órix.
¡Ah! Y una
pequeña bolsa de plástico con cuatro emparedados de atún.
Mambrú,
pensamos que así
se llama,
se fue a la
guerra,
abordó el metro
para tal efecto.
Mambrú,
aunque nunca se
le encontró identificación,
fuóse a la
guerra,
guerra,
sabía la palabra
sabia,
lo que era un
flanco,
vanguardia,
retaguardia,
movimiento
envolvente,
legión,
pelotón,
división,
escuadra,
trinchera,
tanque,
tanqueta,
carro de combate,
fúsil,
arcabuz,
bayoneta,
escopeta,
y todas esas
hierbas.
Mambrú,
lo llamamos,
salvo que alguien
diga lo contrario,
se fue a la
guerra,
guerra,
sabía la palabra
pero no lo que era.
Mambrú,
o
vetuasaberquién,
peleó en
seiscientosesentaysiete combates,
se fue a la
guerra,
¿qué aprendió?
Y naaaaada.
¡Oh!, sí,
los emparedados
de atún se resecan con el humo de las bombas.
Mambrú,
después de tanto
tiempo se le dejó el nombre,
si, ajá, sabemos
que se fue a la guerra,
recibió una
llamada por el móvil,
mientras
disparaba un mortero,
debía regresar,
abordó el metro,
ahora usaba un
traje barato y arrugado,
exánime entró al
vagón,
vio a una chica,
y en perfecto
latín, le dijo, “Bella horida bella”*
la chica pensó
que era italiano,
exclamó,
en voz de flauta,
!Me has llamado
“bela”**!
mientras caminaba
de puntas,
en sus zapatitos
de tul,
casóse con él.
Y Mambrú ya no es
Mambrú.
Ahora responde al
nombre de Señor Pérez.
*Del latín, “guerra horrible guerra”
** Bella en italiano
jack Fante
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